Hola, hola, hola!!! Yo aquí, tú allá 🤗.
Meditemos un poco en el Salmo 70.
70 Oh Dios, acude a librarme;
Apresúrate, oh Dios, a socorrerme.
2 Sean avergonzados y confundidos
Los que buscan mi vida;
Sean vueltos atrás y avergonzados
Los que mi mal desean.
3 Sean vueltos atrás, en pago de su afrenta hecha,
Los que dicen: !!Ah! !!Ah!
4 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,
Y digan siempre los que aman tu salvación:
Engrandecido sea Dios.
5 Yo estoy afligido y menesteroso;
Apresúrate a mí, oh Dios.
Ayuda mía y mi libertador eres tú;
Oh Jehová, no te detengas. (RV60)
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En el salmo 70, vemos como el rey David rogó a Dios por la liberación de su vida en diferentes circunstancias.. La intervención divina era necesaria para su vida, pero a la vez, David oró para que Dios ayudará a quienes buscan de Dios, puedan regocijarse y alegrarse en el Señor.
Para David era muy importante dar a entender o conocer que los que buscan a Dios lo encuentran. Los hijos del Señor tienen mucho de qué alegrarse. Son los redimidos, y deberían decirlo y disfrutar de la ayuda o socorro de Dios en su vida.
David como músico y adorador no dejaba de reconocer que la alabanza del Señor nunca debe cesar de los labios de los redimidos. Dios debe ser exaltado, alabado, y glorificado, no sólo con nuestros labios sino también con nuestra vida.
Oremos: Padre amado, gracias te doy por estar a mi lado. Ayudame a poder alabarte y glorificarte como tu quieres. Gracias por permitirme gozarme y alegrarme en ti. En el nombre de tu hijo Jesús, Amén.
Amén