Cómo crecemos

Dios quiere que crezcas.

La meta de nuestro Padre celestial es que maduremos y desarrollemos las características de Jesucristo.

El crecimiento espiritual no es automático. Requiere un compromiso intencional. Debes desear crecer, decidir crecer, hacer un esfuerzo por crecer y persistir en el crecimiento.

*El papel de Dios y el tuyo.

Ser semejante a Cristo es el resultado de que tomes las mismas decisiones que Él y depender de su Espíritu para ayudarte a cumplir con tus decisiones.

Tendrás que abandonar algunas rutinas viejas, desarrollar hábitos nuevos y cambiar intencionalmente tu manera de pensar. Podrás estar seguro de que el Espíritu Santo te ayudará con tales cambios.

El Espíritu de Dios trabaja con nosotros, no simplemente en nosotros.

*Cambia tu piloto automático.

Para cambiar tu vida debes cambiar tu manera de pensar. Detrás de todo lo que haces hay pensamientos. Toda conducta es motivada por una creencia y toda acción es incitada por una actitud.

El primer paso en el crecimiento espiritual es empezar por cambiar la manera de pensar. El cambio siempre comienza en la mente. La manera en que pienses determinará cómo te sientes, y cómo te sientes influirá en cómo actúas.

La vida cristiana es mucho más que credos y convicciones; incluye conducta y carácter.

Nuestros hechos deben ser congruentes con nuestros credos, y nuestras creencias deben ser respaldadas con una conducta semejante a la de Cristo. El cristianismo no es una religión, ni una filosofía, sino una relación y un estilo de vida.

Punto de reflexión: Nunca es demasiado tarde para empezar a crecer.

Autor: Rick Warren.

Una Vida con propósito

 

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